No puede existir formación de una conducta sin los conocimientos,
aunque en algunos momentos predomine una de ellas. Este principio demanda que
al desarrollar el contenido, se seleccionen aquellos métodos que por su grado
de activación hagan pensar al alumno y desarrollar hábitos, habilidades y
capacidades de forma tal que, se formen además sus convicciones, con un
pensamiento flexible e independiente que le permita transformarse a sí mismo y
a su entorno y construir así una orientación de su personalidad
activo-transformadora y no pasivo-descriptiva.
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